DANIEL CONDE. 1BATX.E
Una disertación sobre el amor? ¿Del amor en la
adolescencia? ¿Y en primera persona? El tema es eterno (me entero que hay un
diálogo de la Grecia antigua, de Platón, llamado El Banquete, en el ya
aparecían personajes haciendo originales discursos sobre las características y
el significado del amor). Pero pienso que es un tema que siempre hay que
actualizar, porque en cada sociedad, en cada momento de la historia se expresa
de una manera, o hay unos obstáculos o unos “acelerantes” distintos. Por
eso me atrevo en primera persona a sacar el tema, para preguntarme ¿Qué
obstáculos nuevos y diferentes puede encontrar la expresión del deseo de amor,
de ese sentimiento, de ese afán? ¿Las nuevas tecnologías para comunicarse
ayudan o no para contactar y encontrar la media parte (parece esa idea de
comparar el amor con la búsqueda de una media parte que se perdió y se buscan,
hasta consumirnos, proviene de ese mismo libro del Banquete)? O también
preguntas cómo: ¿Cómo empieza el amor? ¿Platónicamente, desde los ideales? ¿O
desde el deseo más material? ¿Resulta hoy más difícil que ayer enamorarse?
¿Estamos prisioneros (como los de la caverna) de Modelos Perfectos Referencias sociales
que nos impiden aceptar lo más cercano y buscar lo inalcanzable?¿Son esos
Modelos Perfectos auténticos Ideales? ¿Por qué nos influyen tanto? Y sobre todo
¿Tendrá el amor que ver también con el conocimiento de uno mismo? ¿Puede uno
enamorarse de verdad si nunca ha intentado conocerse a si mismo en serio? ¿Por
qué siempre hablamos de lo que quiero encontrar y no más de lo que puedo
ofrecer? O ¿ Por qué la única oferta que parece imposible de ser rechazada es
la que tiene que ver con lo Físico?. Pensando en eso se me ocurre decir que esa
diferencia de antes entre el amor platónico y el otro, el más real, se ha
pervertido y se ha dado la vuelta, mezclándose, porque ahora se buscan amor
ideal, pero con eso queremos decir algo sobre todo sensual, material, es como
decir una contradicción Idealmente Material, Platónicamente Sensual.
Por todas esas preguntas, Yo, un adolescente más en esa
difícil etapa, puedo levantarme una mañana y sin saber porqué ni a que viene
sentirme, o sentirnos, totalmente solos. Es decir, constato un vacío, un
necesidad, una falta. ¿De qué? Pues de sentirse querido, de compartir con
alguien íntimamente esta vida, ideas y sentimientos. Está claro que esa es como
una primera condición para enamorarse: intuir, adivinar, saber sin saber que
uno necesita o desea algo que no tiene, que a uno le falta algo. Porque si uno
se sintiera bien, o plenamente completo tal como está, ¿se enamoraría de
verdad? Desear algo (como lo del conocimiento en filosofía) es
reconocer que no se tiene, que algo falta, y por eso se busca.
Así que uno esa mañana reconoce que sí que está, y que le
gustaría no estarlo, con esa carencia permanente de intimidad. Es lo que llaman
una condición necesaria, ahora para enamorarse, notar esa carencia de
algo. Pero no basta, es decir es condición necesaria, pero no suficiente para
lograr el amor. ¿Por qué?, ¿Acaso culpa mía? ¿Por qué no es fácil si uno lo
necesita encontrar a esa persona con la que compartir la vida? ¿Qué hago
mal? ¿Qué hacemos mal? Uno podría pasarse la vida con una visión realista
del amor, buscando gente con la que en teoría se debería encajar a la
perfección: parecidas aficiones, cercanía geográfica para verse a menudo,
sueños y aspiraciones muy parecidas a las mías. En definitiva, que nos gusten
las mismas cosas, porque se supone que así deberíamos ser compatibles. Es
decir, pasar la vida buscando… y no encontrar. ¿Acaso no es bastante sentir la
necesidad y ser práctico buscando afinidades para encontrar la persona
adecuado?
Bueno, también está la cuestión de la apariencia
física, del exterior, la de uno mismo y la de los demás. Si no somos
hipócritas hay que reconocer que claro que influye. Es muy correcto decir en
público que no, que la “belleza está en el interior”, que no me importa tanto
la belleza física, aunque es lo primero que uno capta y es el gancho inicial.
Por tanto, sí cuenta. Luego está el tema que claro que la belleza es relativa,
según la persona, porque no hay un termino específico de belleza… Pero eso no
está tan claro. Porque existir, si que existen cánones de belleza, es
evidente, y supongo que en cada momento los suyos. … Pero esto me lleva a
preguntar que si esos cánones no son realmente nuestros, sino que están establecidos
por la “sociedad”, ¿qué pasa entonces con mi capacidad de ser yo mismo? ¿Somos
más únicos o somos más masa? ¿Somos auténticos amando y deseando si al final
todos coincidimos en prototipos muy concretos? ¿Cómo en lo más individual y
personal podemos ser al mismo tiempo tan comunes y parecidos? Algo no
cuadra. Por eso decía antes, que para acabar amando bien habría que
conocerse hasta el final uno mismo. Pero ¿puedo uno conocerse a sí mismo
estando solo? ¿No es justamente necesario al menos tener a otra persona cerca
para, relacionándome con ella, aprender también a conocerme a mi mismo, viendo
cómo reacciono, cómo evoluciono? Por tanto, para ser uno mismo de verdad,
necesito vivir experiencias con los otros, pero no puedo vivirlas porque
todavía no soy bastante Yo para ser interesante o para que me interesen
personas de verdad y no Prototipos. Dilema y Paradoja.
Bueno, respecto a mi, en realidad, no estoy pidiendo
tanto, simplemente busco compartir mi vida con algún otro ser humano que piense
igual que yo. ¿Seguro? ¿A quién intento engañar? No es cierto que sea
tan libre ni tan realista, porque aunque detecte a personas posibles que
encajen en el test previo y todo parezca perfecto. ¿Por qué al final nunca
siento bastante química con esa persona? ¿Qué quiero? ¿Qué busco? ¿Soy tan
auténtico? No lo creo, porque antes de empezar a conocer a alguien, a
experimentar la propia relación, ya estoy, estamos, condicionados por una
actitud previa, características concretas que exigimos en el fondo: un físico
determinado, o una compatibilidad basada en test de revistas. En el fondo es
como si entráramos en el Supermercado del Amor, no abiertos a experimentar sin
condiciones, sino como clientes con sus pautas concretas prediseñadas esperando
encontrar la Oportunidad, la Oferta que encaja con esas expectativas que
tenemos o que nos han hecho la sociedad. Lo que “se supone” nos conviene,
aunque no siempre sea la que más nos gustaría al final.
¿Hasta qué punto no estamos perdiendo mucho volcando
nuestra atención en buscar a alguien que “se supone que debería ser perfecto
para nosotros”? Parece como si esos Ideales de Perfección, incluso
adaptados por estilos (quizás se me ocurre, cuanto más sofisticados y modernos
seamos, más limitadas y concretas nuestras expectativas), incluso antes de
haber vivido y experimentado nada concreto, no sólo nos influyen, sino que nos
determinan (como condicionar) demasiado, nos marcan el terreno, lo limitan y
por ejemplo hace que perdamos la oportunidad de descubrir a un montón de gente
con la que tal vez conectaríamos… si le diéramos la ocasión… si no
nos cerráramos puertas innecesariamente, pero lo hacemos, no podemos evitar
hacerlo sólo porque se supone que no encajan en alguno de los Ideales, o
Modelos.
Dicen que la filosofía es un viaje desde las apariencias
a mundo más reales y verdaderos. Quizás si saliéramos de esa Caverna del
Amor, tipo Supermercado, en el que estamos, podríamos fijarnos en otras
personas con las que nos cruzamos diariamente pero que nunca nos fijamos. Sólo porque
no se produce la situación ideal como en las películas, o porque falla
físicamente, o cualquier otra excusa. Quizás si abandonamos esas caverna de
Sombras Amorosas que nos proyectan podamos atrevernos a mirar por nuestros
propios ojos, a quitarnos las venda de prejuicios, a no poner tantas trabas y
obstáculos para empezar a creer en alguien.
Pero, bueno, como he dicho antes, antes de conocer a
otras medias partes, quizás lo primero sería conocerte a ti mismo y
aceptarte tal y como eres, es decir aceptar nuestras limitaciones o nuestras
características, aceptar la realidad nuestra (no la proyectada), para así no
sólo ser más capaces de actuar de verdad sino de estar seguro que lo que
le ofrecemos a los demás es también tan valioso y hermoso como lo que nos
gustaría que nos ofreciesen a nosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario