Por Carla Calvo
Prades. 1º BACH E
SELECCIONADA CONCURSO INTERCENTROS
El otro. Como
individuo, como objeto. Nuestros amigos, hermanos, padres, parejas, mascotas…
nuestro empleo, afición o cosas preferidas. Realmente, ¿llegamos a amar algo o
a alguien a lo largo de nuestra vida? Es muy probable que esta cuestión pueda
parecer una sandez, no obstante, seguramente no se haya detenido a observarla
desde otro punto de vista insólito. ¿Soy quien soy gracias a “el otro”?,
¿necesitamos a “el otro” por temor a la soledad?, ¿deberíamos amar sin
necesidad de reciprocidad? Son cuestiones a tratar exponiendo diferentes
perspectivas, de esta manera, filósofos como Emmanuel Lévinas y Eric Fromm
ayudaran en la argumentación de estas.
Para hablar de “el
otro” inicialmente es esencial su definición. Según la RAE, en primer lugar,
significa, distinto a la persona que habla o a lo mencionado anteriormente. En segundo
lugar, para explicar la semejanza entre dos cosas o personas distintas. En
tercer y cuarto lugar acompañado de otras palabras, equivale a siguiente o un pasado
cercano. A su vez, también hay que definir el termino amar, tener amor a
alguien o algo y desear. Y amor, primer punto, sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su
propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser. Segundo
punto, sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que,
procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía
para convivir, comunicarnos y crear. Y tercer punto, sentimiento de afecto,
inclinación y entrega a alguien o algo.
Ante todo, está
claro que nuestra existencia se percibe de un modo en soledad y de otro en
compañía. Respaldándonos en la metafísica, sabemos que existe porque la podemos
apreciar por nuestros sentidos. Estar, ser, ¿Cuándo somos? ¿Cuando estamos o
cuando interactuamos con el medio y los individuos que nos rodean? Podría
decirse que parece que existamos menos cuando no estamos acompañados. La
soledad nos asusta, nos entristece, no nos es grata la mayor parte de las
veces. Como Eric Fromm expone "Naces solo y mueres solo, y en el
paréntesis la soledad es tan grande que necesitas compartir la vida para
olvidarlo."
En este sentido, cita Lévinas “El yo es el
resultado de que alguien nos haya cuidado. Y gracias a esto podemos sentirnos
insustituibles, porque detrás de mí hay otros que no son yo […] La cercanía
hacia el otro es una relación ética, en el sentido de que “el otro” nos afecta
e importa, por lo que nos exige que nos encarguemos de él, incluso antes de que
nosotros lo elijamos. Por tanto, no podemos guardar distancia con el otro.” Ese
algo, objeto, persona… reconforta nuestra soledad, nos hace sentir sensaciones
agradables. El autor Fromm postula que los elementos necesarios para el
desarrollo de un amor maduro son el cuidado, la responsabilidad, el respeto y
el conocimiento. A si mismo, la
especie de temor a la soledad, como bien expone el filósofo "Para la
mayoría de la gente, el problema del amor consiste fundamentalmente en ser
amado, y no en amar, no en la propia capacidad de amar" se
puede representar en el altruismo, una opción minoritaria en la sociedad; cuando uno cree que
posee amor suficiente para entregarlo “de corazón” todo gratuitamente por
alguien o por algo sin esperar recibir nada a cambio. Ya que, cuando este acto
se cumple en repetidas ocasiones, surge el inconveniente de que por el hecho de
que no haya beneficio, uno se termine molestando.
Inspirándose en la
tradición hebrea, Lévinas trata de pensar sobre “el otro” como un elemento que
nos enfrenta y restituye “hay en él, la presencia de la idea de infinito, que
me organiza y que lo hace incapaz de ser dominado por mí”. Esta manera de
enfocarlo, deriva del principio de su ética, la experiencia del encuentro con
“el otro”. El encuentro cara a cara es la relación inevitable en que la
cercanía y la distancia del otro individuo logran sentirse y provocar un
efecto. De este modo, genera un sentimiento de compromiso, ya que como se tiene
noción de la existencia de “el otro”, forma parte de nosotros mismos y nuestras
experiencias. Eric Fromm afirma "Experimentar amor en el modo de tener
implica encerrar, aprisionar o dominar al objeto amado".
Por otro lado,
Lévinas menciona “ante la exigencia de “el otro” de que me encargue de él, yo
no puedo escaparme. Uno está llamado a responder de “el otro”, hasta de su
propia responsabilidad. De este modo, mi yo queda sustituido por “el otro”, por
lo que “el otro” se impone como límite de mi propia libertad.” En la misma
línea, a Fromm le interesa la visión de Thomas
Hobbes, en el sentido de que el hombre es lobo del hombre, pero al mismo
tiempo destaca la inclinación humana al autosacrificio. Se pregunta
respecto de esta condición dual si es el hombre lobo o cordero de sí mismo. El
valor humano se ha limitado a lo material, en el precio que pueda obtener por
sus servicios y no en lo espiritual (cualidades de amor, ni su razón, ni su
capacidad artística). La autoestima en el ser humano depende de factores externos y
de sentirse triunfador con respecto al juicio de los demás. De ahí que vive
pendiente de los otros, y que su seguridad reside en la conformidad; en no
apartarse del rebaño. El individuo debe estar de acuerdo con la sociedad, ir
por el mismo camino y no apartarse de la opinión o de lo establecido por ésta.
Sin
embargo, la capacidad del ser humano para sustituir objetos y personas es
motivo de asombro. Crea incertidumbre poder ver como se puede modificar el
sentimiento de amar a “el otro” por el de odio (aversión y rechazo muy intenso
e incontrolable, hacia algo o alguien), como no está fijo en ninguno de los
casos y es reemplazable, el yo pasa a no ser único, por lo tanto, da pie a
pensar que uno no llega a querer a un determinado “otro”, debido al hecho de
que lo puede sustituir, o si fuéramos más feroces, eliminar. Esto crea
inseguridad, al pensar que en esta situación si fuésemos nosotros “el otro”
cualquier día nos podrían sustituir. Eric Fromm realiza un análisis del amor y su
significado en la sociedad actual, con base en el cual llega a la conclusión de
que el modo capitalista de producción tiende a enajenar al hombre y a
imposibilitarlo (al menos socialmente) para amar.
La mayor parte de las veces que le
preguntas a alguien ¿por qué amas/quieres a esta determinada persona? Puede que
le cueste responder, no obstante, unas de las respuestas más comunes son:
porque me hace feliz, me cuida, me protege, me
gusta su forma de ser conmigo y con los demás o me siento bien
cuando estoy con ella, etc. Si observamos bien, la mayoría de respuestas en
primer lugar, son parecidas entre ellas pero sobretodo entre las personas. En
segundo lugar, la inclinación a decidirse a amar a “el otro” reside
fundamentalmente en un valor para muchos oculto y es que sea único. Y en tercer
lugar, se centran en el yo, en uno mismo. Y eso puede conducir a creer que el
ego de las personas es tan alto que supera cualquier cosa, incluso la capacidad
de poder amar a alguien. De otro modo, este sendero deriva en la hipótesis de
si hay que tener devoción por “el otro” para alcanzar amarlo. Fromm afirma "Si
una persona ama sólo a otra y es indiferente al resto de sus semejantes, su
amor no es amor, sino una relación simbiótica o un egotismo ampliado." ¿Cuál es la proporción de amor que
hay que dar? ¿Y recibir? El filósofo cita "En el amor se
da la paradoja de dos seres que se convierten en uno y, no obstante, siguen
siendo dos […] no tengo que hacer nada para que me quieran (el amor de la madre
es incondicional). Todo lo que necesito es ser su hijo. El amor de la madre
significa dicha, paz, no hace falta conseguirlo, ni merecerlo.”
Entonces, para ser
cierto el amor, ¿tiene que llegar a la obsesión? ¿A no reemplazar a ese
determinado “otro”? Emmanuel Lévinas expone “la descentralización del yo y de
la conciencia en cuanto que yo me debo al otro y es el otro quien constituye mi
yo. Se abre así la posibilidad de acceso a una verdadera trascendencia.
Trascendencia que significa no el dominio del otro sino el respeto al otro y,
donde el punto de partida para pensar no es ya el ser sino el otro.”
Emmanuel Lévinas se
muestra esclavo ante un “otro” dominante, opina que en conjunto, nuestra vida
depende casi totalmente de ese “otro” por el hecho de que nos influye para
aproximadamente todo. En cambio, Eric Fromm no termina de decantarse entre las
distintas opciones, el autor afirma "El amor infantil sigue el principio: "Amo
porque me aman". El amor maduro obedece al principio: "Me aman
porque amo". El amor inmaduro dice: "Te amo porque te
necesito". El amor maduro dice: "Te necesito porque te
amo"." De todas las “definiciones” de amar me quedo con una de
este filósofo indeciso, que dice así “En realidad, sólo existe el acto de amar,
que es una actividad productiva. Implica cuidar, conocer, responder, afirmar,
gozar de una persona, de un árbol, de una pintura, de una idea. Significa dar
vida, aumentar su vitalidad. Es un proceso que se desarrolla y se intensifica a
sí mismo". Nos aterra la soledad por el hecho de que no aparezca un “otro”
que nos mantenga el nivel del ego dada esta reflexión, no obstante, sabemos que
es diferente tratar de cosas como de personas. Se podría decir que amar es un
proceso, en este sentido, pienso que una persona libre entrega todo su amor a
otra persona o una cosa que la haga sentirse a gusto. Porque el ser humano es
egoísta por naturaleza, lo que hay que medir no es la proporción de amor que se
da o se recibe, sino la medida de egoísmo que tiene uno dentro.
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