Por Sandra Lafont Mascarós 1º BATX Psi
La agresividad se puede llegar a ver como algo positivo, muchas personas piensan que mostrando esa actitud pueden llegara controlar todo lo que quieran y lo ven bien. |
A lo largo de nuestra vida nos vamos a encontrar con
muchas personas, de las cuales unas pasan desapercibidas mientras que otras
pasan a formar parte de nuestra propia vida. Nuestra felicidad siempre va
acompañada de la felicidad de aquellas personas que nos rodean y tenemos
relación. En ocasiones sucede que nos importa más ver feliz a las otras
personas que a nosotros mismos, y es ahí el gran error.
Este tipo de personas plantea mal sus relaciones,
porque lo peor que se puede hacer es dejar de preocuparse de uno mismo, dejar
de hacer lo que de verdad queremos para lo que la otra persona quiere. Siempre
se empieza por simples tonterías pero con el paso del tiempo las cosas que se
hacen por los otros van siendo cada vez decisiones más importantes.
Estas personas suelen tener una conducta pasiva,
tienen poco respeto por sí mismos. Hacen todo lo que se les pide sin poner
pegas, piensan que cuando ocurre un conflicto es por su culpa. No se paran a
pensar en lo que quieren hacer y no saben decir “no” a lo que se les pide.
Estas personas hacen lo posible por sentir que tienen a alguien a su lado con
la que pueden contar para cualquier cosa, buscan el afecto y aprecio de las
otras personas.
Las personas pasivas tienen una autoestima muy baja,
y esto hace que sean personas manipulables y que la gente se pueda aprovechar
de ellas. Sienten que los demás están por encima de ellas, y que tienen todo el
derecho de actuar como quieran. Esta conducta conlleva una sensación de
frustración, ansiedad y pérdida del respecto hacia sí mismo.
Pero en este mundo no solo existen las personas
pasivas. El otro extremo que encontramos son las personas con una conducta
agresiva. Se caracterizan por defender sus propios intereses y deseos, y
expresar sus sentimientos y opiniones sin tener en cuenta a los demás. La
conducta agresiva se puede mostrar de formas muy variadas: desde agresiones
verbales, gestos y expresiones, hasta agresiones físicas. La humillación, el
sarcasmo y conductas similares son muestras de agresividad psicológica.
Un ejemplo de esta agresividad psicológica es la
humillación que podíamos ver antiguamente, cuando las mujeres pasaban a un
segundo plano mientras que los hombres eran el centro de atención. Siendo las
mujeres las que se encargaban de la casa y de los hombres. Así en una familia,
cuando se tenían hijos e hijas, mayormente los hijos recibían mas educación
mientras que a las hijas se les enseñaba a hacer las labores de la casa.
Y es ahí de donde surgió el modelo en el que una
mujer tiene que depender de un hombre, que tiene que vivir para él no solo
materialmente sino también emocionalmente.
Aunque en una sociedad moderna como la de hoy en día
ya no debería pasar, no es así.
En diferentes ámbitos culturales la agresividad se
puede llegar a ver como algo positivo, muchas personas piensan que mostrando
esa actitud pueden llegar a controlar todo lo que quieran y lo ven bien. Este
modelo de conducta también se puede ver reflejado en la publicidad, en
películas y en libros, que nos muestran el sufrimiento de aquellas personas que
conviven con personas agresivas y de
cómo mantienen el control de aquellas personas más pasivas.
La agresividad parece rentable a corto plazo, pero
con el paso del tiempo se va haciendo negativa. Una persona agresiva puede
conseguir aquello que quiere inmediatamente mediante amenazas, gritos y
puñetazos a paredes o muebles en un corto plazo, pero a largo plazo la cosa
cambia. Este tipo de estrategias comporta que la persona que ha sufrido esa
agresividad genere odio y rencor hacia la persona agresiva, creándole soledad y
aislamiento social porque nadie quiere estar cerca de una persona así.
La persona con conducta agresiva también se siente
incomprendida, poco respetada y muestra una baja autoestima. Estos factores aumentan
la agresividad, ellos creen que el único modo de hacerse respetar y ser respetados
es mediante la violencia, tanto psicológica como física.
Y respecto al odio y rencor hacia la persona agresiva
no siempre es así. Cuando en una relación se encuentra una persona agresiva, la
víctima no siempre lo genera hacia la persona agresiva. A veces en una relación
la víctima no lo deja por que cree que todo lo que hace es por su bien. Que si
en algún momento le grita, le empuja, le levanta la mano o le pega es por que ha
hecho algo mal y se lo merece. La víctima cree que el que le controle todo lo
que hace y sus movimientos es por que se preocupa y no quiere que le pase nada
malo. Las personas que continúan con una persona así no se dan cuenta que de
verdad no sienten nada, no ven que lo único que desean es tener a alguien bajo
su control y que haga todo lo que la persona agresiva quiere.
En una relación las agresiones empiezan siendo
psicológicas, pasando posteriormente a agresiones físicas, que con el tiempo
cada vez van empeorando. La víctima trata de tapar los golpes con típicas
excusas como que se ha caído. Estas personas no se dan cuenta del infierno que
viven, no dejan a sus agresores por que este ya se ha encargado de meterles en
la cabeza que no tienen a nadie más en el mundo. Pero hay víctimas que
consiguen escapar de esta situación, pero el miedo de volver a encontrarse una
persona así vive en su interior. Cuesta empezar una vida nueva dejando atrás un
infierno aterrador.
También nos podemos encontrar con amenazas para
aterrar a las víctimas. En este mundo, en pleno siglo XXI, podemos ver
agresores que matan a sus ex-parejas por abandonarlos y empezar una nueva vida,
quitándose ellos la vida después; vemos agresores que matan a sus propios hijos
para que su ex-pareja jamás pueda ser feliz.
Una relación con agresión por el medio no tiene que
ver con el nivel social ni que las personas tengan estudios. Puede ocurrir en
cualquier relación y con cualquier persona, hasta la víctima puede que tenga
estudios y esté al día de casos de maltrato de parejas.
En muchas ocasiones las personas agresivas, en
tiempos anteriores, han padecido en su vida. El odio que llevan dentro por su
pasado lo pagan con los demás. El haberse sentido presionado en el tiempo atrás
lo pagan con otras personas, haciendo que estén bajo sus órdenes.
Afortunadamente, el mundo no solo tiene personas con
conducta agresiva o pasiva. También encontramos personas con conductas
asertivas. Muestran sus propios intereses, creencias, opiniones y deseos de
manera honrada, sin sentimientos de culpa, sin perjudicar los deseos, intereses
o derechos de los demás.
El fundamento básico es el respeto a uno mismo y a
los otros. Los límites siempre serán las creencias y valores de cada uno. Una
persona asertiva cree que los otros tienen el mismo derecho que él a expresar y
respetar las creencias y valores. Esto no significa que la persona asertiva
consiga todo aquello que desea. La conducta asertiva facilita que los
conflictos comunicativos puedan resolverse. Las personas asertivas se sienten
satisfechas con su conducta, son coherentes con su sistema de valores.
Una persona asertiva evita ser manipulada por otros,
expresa de manera clara y directa sus sentimientos y emociones sin intención de
ofender. La conducta asertiva implica una afirmación de la responsabilidad,
asumiendo de manera completa lo que dice, piensa y hace, sin culpabilizar a los
otros de su propia conducta.
La asertividad se aprende, la causa de que no lo seamos se
encuentra en nuestro aprendizaje: educación, familia, amigos, contexto social y
experiencias vividas. Estos factores explican con facilidad el por que no somos
asertivos.
La causa de muchas conductas no asertivas se
encuentra en los miedos, tanto personales como sociales: miedo a hacer el
ridículo, a perder el aprecio de los demás, miedo a llevar la contraria, etc.
El sentimiento de culpa también es una causa, por
perjudicar los sentimientos de los demás y los propios, pero también es
habitual el sentirse culpable por la conducta de los demás.
A lo largo de nuestra vida hay que aprender de los
errores, buscar el mejor camino para seguir sin caer y sobre todo ir libre,
tomando nuestras propias decisiones, siguiendo nuestros sueños y viviendo para
nosotros mismos
Tener una buena autoestima nos garantiza una buena
asertividad.
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