lunes, 4 de mayo de 2015

Relaciones felices

Por Sandra Lafont Mascarós 1º BATX Psi

La agresividad se puede llegar a ver como algo positivo,
 muchas personas piensan que mostrando esa actitud pueden
llegara controlar todo lo que quieran y lo ven bien.
 
A lo largo de nuestra vida nos vamos a encontrar con muchas personas, de las cuales unas pasan desapercibidas mientras que otras pasan a formar parte de nuestra propia vida. Nuestra felicidad siempre va acompañada de la felicidad de aquellas personas que nos rodean y tenemos relación. En ocasiones sucede que nos importa más ver feliz a las otras personas que a nosotros mismos, y es ahí el gran error.
Este tipo de personas plantea mal sus relaciones, porque lo peor que se puede hacer es dejar de preocuparse de uno mismo, dejar de hacer lo que de verdad queremos para lo que la otra persona quiere. Siempre se empieza por simples tonterías pero con el paso del tiempo las cosas que se hacen por los otros van siendo cada vez decisiones más importantes.

Estas personas suelen tener una conducta pasiva, tienen poco respeto por sí mismos. Hacen todo lo que se les pide sin poner pegas, piensan que cuando ocurre un conflicto es por su culpa. No se paran a pensar en lo que quieren hacer y no saben decir “no” a lo que se les pide. Estas personas hacen lo posible por sentir que tienen a alguien a su lado con la que pueden contar para cualquier cosa, buscan el afecto y aprecio de las otras personas.
Las personas pasivas tienen una autoestima muy baja, y esto hace que sean personas manipulables y que la gente se pueda aprovechar de ellas. Sienten que los demás están por encima de ellas, y que tienen todo el derecho de actuar como quieran. Esta conducta conlleva una sensación de frustración, ansiedad y pérdida del respecto hacia sí mismo.
Pero en este mundo no solo existen las personas pasivas. El otro extremo que encontramos son las personas con una conducta agresiva. Se caracterizan por defender sus propios intereses y deseos, y expresar sus sentimientos y opiniones sin tener en cuenta a los demás. La conducta agresiva se puede mostrar de formas muy variadas: desde agresiones verbales, gestos y expresiones, hasta agresiones físicas. La humillación, el sarcasmo y conductas similares son muestras de agresividad psicológica.
Un ejemplo de esta agresividad psicológica es la humillación que podíamos ver antiguamente, cuando las mujeres pasaban a un segundo plano mientras que los hombres eran el centro de atención. Siendo las mujeres las que se encargaban de la casa y de los hombres. Así en una familia, cuando se tenían hijos e hijas, mayormente los hijos recibían mas educación mientras que a las hijas se les enseñaba a hacer las labores de la casa.
Y es ahí de donde surgió el modelo en el que una mujer tiene que depender de un hombre, que tiene que vivir para él no solo materialmente sino también emocionalmente.
Aunque en una sociedad moderna como la de hoy en día ya no debería pasar, no es así.
En diferentes ámbitos culturales la agresividad se puede llegar a ver como algo positivo, muchas personas piensan que mostrando esa actitud pueden llegar a controlar todo lo que quieran y lo ven bien. Este modelo de conducta también se puede ver reflejado en la publicidad, en películas y en libros, que nos muestran el sufrimiento de aquellas personas que conviven con personas agresivas  y de cómo mantienen el control de aquellas personas más pasivas.
La agresividad parece rentable a corto plazo, pero con el paso del tiempo se va haciendo negativa. Una persona agresiva puede conseguir aquello que quiere inmediatamente mediante amenazas, gritos y puñetazos a paredes o muebles en un corto plazo, pero a largo plazo la cosa cambia. Este tipo de estrategias comporta que la persona que ha sufrido esa agresividad genere odio y rencor hacia la persona agresiva, creándole soledad y aislamiento social porque nadie quiere estar cerca de una persona así.
La persona con conducta agresiva también se siente incomprendida, poco respetada y muestra una baja autoestima. Estos factores aumentan la agresividad, ellos creen que el único modo de hacerse respetar y ser respetados es mediante la violencia, tanto psicológica como física.

Y respecto al odio y rencor hacia la persona agresiva no siempre es así. Cuando en una relación se encuentra una persona agresiva, la víctima no siempre lo genera hacia la persona agresiva. A veces en una relación la víctima no lo deja por que cree que todo lo que hace es por su bien. Que si en algún momento le grita, le empuja, le levanta la mano o le pega es por que ha hecho algo mal y se lo merece. La víctima cree que el que le controle todo lo que hace y sus movimientos es por que se preocupa y no quiere que le pase nada malo. Las personas que continúan con una persona así no se dan cuenta que de verdad no sienten nada, no ven que lo único que desean es tener a alguien bajo su control y que haga todo lo que la persona agresiva quiere.
En una relación las agresiones empiezan siendo psicológicas, pasando posteriormente a agresiones físicas, que con el tiempo cada vez van empeorando. La víctima trata de tapar los golpes con típicas excusas como que se ha caído. Estas personas no se dan cuenta del infierno que viven, no dejan a sus agresores por que este ya se ha encargado de meterles en la cabeza que no tienen a nadie más en el mundo. Pero hay víctimas que consiguen escapar de esta situación, pero el miedo de volver a encontrarse una persona así vive en su interior. Cuesta empezar una vida nueva dejando atrás un infierno aterrador.
También nos podemos encontrar con amenazas para aterrar a las víctimas. En este mundo, en pleno siglo XXI, podemos ver agresores que matan a sus ex-parejas por abandonarlos y empezar una nueva vida, quitándose ellos la vida después; vemos agresores que matan a sus propios hijos para que su ex-pareja jamás pueda ser feliz.
Una relación con agresión por el medio no tiene que ver con el nivel social ni que las personas tengan estudios. Puede ocurrir en cualquier relación y con cualquier persona, hasta la víctima puede que tenga estudios y esté al día de casos de maltrato de parejas.
En muchas ocasiones las personas agresivas, en tiempos anteriores, han padecido en su vida. El odio que llevan dentro por su pasado lo pagan con los demás. El haberse sentido presionado en el tiempo atrás lo pagan con otras personas, haciendo que estén bajo sus órdenes.
Afortunadamente, el mundo no solo tiene personas con conducta agresiva o pasiva. También encontramos personas con conductas asertivas. Muestran sus propios intereses, creencias, opiniones y deseos de manera honrada, sin sentimientos de culpa, sin perjudicar los deseos, intereses o derechos de los demás.
El fundamento básico es el respeto a uno mismo y a los otros. Los límites siempre serán las creencias y valores de cada uno. Una persona asertiva cree que los otros tienen el mismo derecho que él a expresar y respetar las creencias y valores. Esto no significa que la persona asertiva consiga todo aquello que desea. La conducta asertiva facilita que los conflictos comunicativos puedan resolverse. Las personas asertivas se sienten satisfechas con su conducta, son coherentes con su sistema de valores.
Una persona asertiva evita ser manipulada por otros, expresa de manera clara y directa sus sentimientos y emociones sin intención de ofender. La conducta asertiva implica una afirmación de la responsabilidad, asumiendo de manera completa lo que dice, piensa y hace, sin culpabilizar a los otros de su propia conducta.
La asertividad  se aprende, la causa de que no lo seamos se encuentra en nuestro aprendizaje: educación, familia, amigos, contexto social y experiencias vividas. Estos factores explican con facilidad el por que no somos asertivos.
La causa de muchas conductas no asertivas se encuentra en los miedos, tanto personales como sociales: miedo a hacer el ridículo, a perder el aprecio de los demás, miedo a llevar la contraria, etc.
El sentimiento de culpa también es una causa, por perjudicar los sentimientos de los demás y los propios, pero también es habitual el sentirse culpable por la conducta de los demás.
A lo largo de nuestra vida hay que aprender de los errores, buscar el mejor camino para seguir sin caer y sobre todo ir libre, tomando nuestras propias decisiones, siguiendo nuestros sueños y viviendo para nosotros mismos
Tener una buena autoestima nos garantiza una buena asertividad.

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