POR MARTA OLCINA 1.º BATX G
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Desde que el ser humano tuvo conciencia de si mismo y de su paso efímero por la existencia, también la tuvo sobre la muerte. Sin embargo ésta era algo misterioso que le llenaba de temor. A causa de ello, este tema ha sido bastante importante en el pensamiento de las distintas civilizaciones y ha tenido un gran impacto en el desarrollo vida. Muchas preguntas se les fueron agolpando en sus mentes a los hombres y mujeres sobre el dilema del fin, pero a pesar de sus desesperados intentos por entenderlo, todavía hoy en día carecemos de respuestas, por lo que, para su tranquilidad, comenzaron a crear mitos y religiones que dieran supuestas soluciones a este enigma y de allí surgieron las creencias de una vida en el mas allá. Filósofos, científicos, religiosos y muchas otras personas relevantes por su sabiduría han meditado sobre el sentido de la muerte, preguntándose por su utilidad, su finalidad, o su necesidad sin llegar a ninguna conclusión indiscutible.
Tagore dijo: “Como un mar, alrededor de la soleada isla de la vida, la muerte canta noche y día su canción sin fin.” Y es que la muerte es lo único eterno que conocemos, puesto que ha existido desde el principio de la vida, lo que nos lleva a plantearnos que quizá la vida, como algo general y universal, también podría ser eterna... Pero no estoy hablando, en este caso, del ser humano en si, sino de la existencia de la energía y la materia que son la fuente de la vida: “La materia ni se crea ni se destruye, simplemente se transforma” (Lavoisier).
Entonces, nosotros mismos cuando morimos pasamos a formar parte del cosmos y nuestra energía y nuestra materia podrían transformase en parte de una flor, en un grano de arena o simplemente polvo: aunque la muerte también es principio de vida porque: “Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás” (Génesis). Sin embargo no es esto de lo pretendo hablar, pues el ser humano es mucho más que simple materia, ya que tiene capacidad de pensar, sentir, imaginar... Por lo tanto, podremos convertimos en simple polvo, pero ¿dónde va la esencia de nuestra humanidad?...
Como he dicho en la introducción, desde los tiempos más remotos hemos buscado respuestas que calmen nuestra curiosidad y nuestros miedos sobre la muerte, pero ¿por qué la tememos?... Tal vez por el mismo hecho de no saber más nos inquieta. ¿Hay algo después?... ¿hay alguien que lo sepa?... Los únicos que podrían saberlo son aquellos que ya la conocieron, los que murieron, aunque ellos, hasta que no se demuestre lo contrario, no tienen la capacidad de volver del “más allá” para contárnoslo.
Las religiones dicen haber encontrado la verdad y nos preparan mediante sus doctrinas o normas morales para el momento de la transición a la vida eterna, considerando el paso por el mundo como una prueba personal que valorará nuestra alma, lo único que, según ellos, permanece. Pero esta idea platónica no resuelve definitivamente este misterio, sino que suena más a un remedio contra nuestros miedos y una respuesta para la pregunta del sentido de la vida: ¿por qué tengo que actuar correctamente si después no hay nada?... Claro, si nos dicen que tras la muerte nos espera la gloria eterna o el castigo infernal, nosotros actuaremos en consecuencia según nos dicte nuestra conciencia. Pero ¿qué ocurre cuando tú no crees en esto?... ¿Tendría algún sentido tu vida si no hubiera un premio o un castigo después?… Posiblemente sí, probablemente, al igual que todo el resto de seres vivos del Universo, los seres humanos somos un medio de transmisión genética y de conocimientos que harán perdurar la vida, ¿tal vez eternamente?, en el cosmos y en consecuencia el sentido de la misma solo sea una lucha por la supervivencia de las especies.
Aunque después de estas cuestiones que no llegamos a comprender, podemos planteamos otras dudas, como, por ejemplo: ¿para qué sirve entonces la muerte?..., ¿por qué no somos eternos?..., ¿tendría sentido la vida si tuviéramos el don de la eternidad?... Complicadas preguntas a las que es difícil responder, pero a veces, cuando me encuentro ante un postre que me gusta mucho y sé con certeza que ya no queda más, lo saboreo con todos mis sentidos... ¿Será este el sentido de la muerte?... Tal vez si pudiera gozar del postre siempre que quisiera y nunca se acabara, este perdería su encanto y yo acabaría por aborrecerlo.
Entonces la muerte, posiblemente, tenga esta función: hacer que vivamos con mas intensidad y podamos saborear cada momento. Sin embargo, si la muerte tiene una finalidad beneficiosa y es algo inevitable, ¿por qué nos transmite tanto dolor y tristeza cuando perdemos a un ser querido?... Aquí pienso que deberíamos matizar, pues no es lo mismo la muerte de un niño que la de un anciano, pues si el primero tenia toda la vida por delante, el segundo la ha dejado detrás, aun así ambas causan tristeza, pero esa tristeza nace de nuestro propio egoísmo porque no queremos que se marchen de nuestro lado y, ademas, al mismo tiempo nos recuerda que nosotros también moriremos.
En conclusión, mas que hablar del sentido de la vida podríamos hacerlo sobre el de la muerte, algo que siempre ha estado presente y ha marcado las culturas, creencias y comportamiento de los seres humanos. Desde el primer aliento, nuestra existencia es un camino hacia la muerte y por ello debemos aprender que la vida, el don mas preciado que tenemos, es muy importante porque con ella generamos mas vida y un futuro, y lo positivo de la muerte es que podamos vivir con más intensidad.
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