viernes, 23 de enero de 2015

SOC. Del odio y otros ángeles…


Por Pablo Sancho Sinisterra. 2º. BATX C
Los seres humanos experimentamos toda clase de sensaciones a lo largo de nuestra vida, paralelamente, pequeños descubrimientos que nos hacen entender mejor el mundo con el paso de los años. Pero no hay nada que pueda ser equivalente a la sensación de afecto y verdadero amor.
Cuando somos niños nuestra vida esta ausente de preocupaciones y problemas emocionales; pero cuando crecemos, a partir de ese momento, nuestra vida da un vuelco, ya que empezamos a depender emocionalmente de los demás, conforme vamos estableciendo afectos. Esto empieza desde el momento en el que te gusta esa chica o tu compañera de la escuela te empieza a resultar muy guapa.
El amor y el afecto es lo que verdaderamente nos hace humanos. Algunos dicen que es la salsa de la vida y que sin él no seriamos más que robots rutinarios que viven, se alimentan, trabajan y mueren. No cabe duda de que el amor es algo natural en las personas, no es producto de ninguna cultura, pensamiento o tendencia... es algo mas allá de lo biológico en nuestra esencia. Que el amor no haya sido elaborado como tal, es decir, que sea puramente humano desde el antiguo Egipto hasta hoy en día, no significa que nuestra cultura, la religión u otros fenómenos (como pueden ser la literatura, filosofía, música...) no hayan podido influir en él. Es más, nuestra concepción del amor actualmente esta adaptada a nuestras costumbres y conformada respecto a las circunstancias sociales en las que nos hemos criado.
La pregunta es... ¿Cómo concebimos el amor actualmente? Sabemos que el amor generalmente establece lazos profundos entre dos personas (me refiero al amor íntimo). Por lo tanto no debemos dejar de lado que hablamos de relaciones humanas. Hablamos de relaciones entre personas llevadas a un campo mucho más estricto y delicado.
Hoy en día si dos personas se aman se establece un contrato emocional, en el que se dan por sentado muchas cosas. El compromiso, la intimidad y la pasión, es como definiríamos nuestra concepción del amor actual. Pero estudiemos, desde un punto de vista más filosófico, el tema del amor.
El amor es mas fuerte si éste precede del odio, Spinoza nos quiere decir con esto que dos sentimientos que vemos claramente opuestos van cogidos de la mano, por así decirlo. Interpretando, es fácil concluir que cuando dos personas han llevado una cierta rivalidad desde lo personal, desarrollan una serie de sentimientos dirigidos hacia el rival.
¿Qué significa esto? Todo a lo que nos referimos como personal, forma parte de nuestro mundo interior que sólo nos pertenece a nosotros. Una persona jamás aceptaría que nadie interrumpiera en este mundo. La rivalidad, principalmente, es el miedo a la inferioridad, miedo a sentirse inferior (ya es que esto es una tendencia habitual de las personas). Muchos dicen que la rivalidad sirve para aumentar la autoestima en las personas; pero yo no estoy de acuerdo con esto.
Pienso justamente lo contrario, mas bien lo opuesto. La rivalidad no sirve para aumentar la autoestima a uno mismo, sino para que la propia autoestima no se rebaje más. Ya que el que gana a alguien en cualquier cosa, no solo ha cumplido su objetivo de no rebajar su autoestima, sino que también es más probable que ese ganador cree afectos hacia el perdedor. Desde el otro lado, el perdedor también crearía otro tipo de afectos, pero no de la misma clase, sino más bien afectos relacionados con el respeto, y fuertemente ligados a una esperanza o deseo de superar a aquel que es mejor que nosotros.
¿Por qué existe más aprecio entre dos personas que se han odiado? Pues porque en el fondo sigue habiendo de odio, resentimiento, competitividad, rivalidad... (Planteémoslo así: se trata siempre de quién quiere más o quién es capaz de hacer más por el prójimo sin rozar lo exagerado. Esto puede ser muy incomodo.) Aun así, si no desarrolláramos aprecio, nuestra vida seria aburrida y muy constante. Las personas en el fondo no queremos la estabilidad; nos apasiona inconscientemente la preocupación por aquel o aquella que nos importa o queremos.
El aprecio es un contrato, que dos personas o más han decidido firmar después de un tiempo de guerra. Es más, podría estar fabricado del mismo material que el odio, la única diferencia es que el método de aniquilar al adversario no se hace con violencia de cualquier tipo; sino con besos y caricias.
Nos crea dependencia, hasta un punto en que nuestra moralidad podría verse distorsionada; hasta un punto en que nos mata, si sentimos más por el ajeno que por nosotros mismos.
No es cuestión de hombre o mujer, no tiene nada que influir si hablamos de este tipo de dependencia, puramente humano. Si nosotros no tuviéramos esa necesidad de crear y representar el amor de una forma tan idealizada, lo consideraríamos como la mas vil enfermedad. Pero es imposible salirse de esto, nadie rechazaría al amor de su vida, si es que quiere seguir viviendo.
Podríamos ahora darle la vuelta a la frase de Spinoza. Si él dijo que el amor más fuerte precede del odio, podríamos plantearlo así: El odio más fuerte precede del amor. ¿Seria mas lógico plantearlo así? Una cosa está clara; no podríamos odiar a nadie sin desarrollar afecto.
Podemos salirnos un poco de la moral. Si alguien por la calle va con un arma y mata a una persona, y nosotros lo presenciamos... seamos sinceros ¿realmente odiamos al autor del crimen? En cambio si mata a un ser querido, si podríamos odiarle; ya que hay afecto de por medio, aunque no este dirigido al responsable del asesinato.
Siempre he pensado que el amor y el odio son lo mismo, solo que traducido de distinta forma, para cumplir con su objetivo. En los dos casos, se ofrece importancia. Se ofrece importancia a la persona que amamos y a la que odiamos. A la que amamos, queremos mantenerla a nuestro lado, quererla, cuidarla y que ella también nos quiera. Al que odiamos, se le ofrece todavía más importancia; queremos que sufra, eliminarle, rebajarle e imponerse sobre él... ¿Pero es esto tan diferente al amor? En la mayoría de casos; las personas sufren del mismo modo por amor que por odio. Nos inundan los celos; nos hacen sufrir; queremos idealizadamente que esté exclusivamente para nosotros, queremos ser su mundo; ¿No es esa una forma de eliminarle con respecto a los demás?; le queremos demostrar nuestro valor como persona, hacerle ver que valemos la pena, lo suficiente para darle motivos para permanecer a nuestro lado; ¿No es eso rebajarle?; queremos tener tanta confianza, pero siempre adaptada a nosotros mismos; ¿No es eso imponerse?... Recordemos que estamos hablando de algo tan humano, que no lo hacemos con ninguna maldad; simplemente son las condiciones del amor verdadero... semejantes a las del odio verdadero. Como decía Nietzsche: Lo que se hace por amor se hace mas allá del bien y del mal.


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