Por Pablo Sancho Sinisterra. 2º. BATX C
Los seres humanos experimentamos toda clase de
sensaciones a lo largo de nuestra vida, paralelamente, pequeños descubrimientos
que nos hacen entender mejor el mundo con el paso de los años. Pero no hay nada
que pueda ser equivalente a la sensación de afecto y verdadero amor.
Cuando somos niños nuestra vida esta ausente de
preocupaciones y problemas emocionales; pero cuando crecemos, a partir de ese
momento, nuestra vida da un vuelco, ya que empezamos a depender emocionalmente
de los demás, conforme vamos estableciendo afectos. Esto empieza desde el
momento en el que te gusta esa chica o tu compañera de la escuela te
empieza a resultar muy guapa.
La pregunta es... ¿Cómo concebimos el amor
actualmente? Sabemos que el amor generalmente establece lazos profundos entre dos
personas (me refiero al amor íntimo). Por lo tanto no debemos dejar de lado que
hablamos de relaciones humanas. Hablamos de relaciones entre personas llevadas
a un campo mucho más estricto y delicado.
Hoy en día si dos personas se aman se establece un contrato
emocional, en el que se dan por sentado muchas cosas. El compromiso, la intimidad y la pasión, es como definiríamos nuestra
concepción del amor actual. Pero estudiemos, desde un punto de vista más
filosófico, el tema del amor.
El amor es mas fuerte si éste
precede del odio, Spinoza nos quiere decir con esto que dos sentimientos que vemos
claramente opuestos van cogidos de la mano, por así decirlo. Interpretando, es
fácil concluir que cuando dos personas han llevado una cierta rivalidad
desde lo personal, desarrollan una serie de sentimientos dirigidos hacia el
rival.
¿Qué significa esto? Todo a lo que nos referimos
como personal, forma parte de nuestro mundo interior que sólo nos
pertenece a nosotros. Una persona jamás aceptaría que nadie interrumpiera en
este mundo. La rivalidad, principalmente, es el miedo a la inferioridad, miedo
a sentirse inferior (ya es que esto es una tendencia habitual de las personas).
Muchos dicen que la rivalidad sirve para aumentar la autoestima en las
personas; pero yo no estoy de acuerdo con esto.
Pienso justamente lo contrario, mas bien lo opuesto.
La rivalidad no sirve para aumentar la autoestima a uno mismo, sino para que la
propia autoestima no se rebaje más. Ya que el que gana a alguien en cualquier
cosa, no solo ha cumplido su objetivo de no rebajar su autoestima, sino que
también es más probable que ese ganador cree afectos hacia el perdedor. Desde
el otro lado, el perdedor también crearía otro tipo de afectos, pero no de la
misma clase, sino más bien afectos relacionados con el respeto, y fuertemente
ligados a una esperanza o deseo de superar a aquel que es mejor que nosotros.
¿Por qué existe más aprecio entre dos personas que
se han odiado? Pues porque en el fondo sigue habiendo de odio, resentimiento,
competitividad, rivalidad... (Planteémoslo así: se trata siempre de quién quiere
más o quién es capaz de hacer más por el prójimo sin rozar lo exagerado. Esto
puede ser muy incomodo.) Aun así, si no desarrolláramos aprecio, nuestra vida
seria aburrida y muy constante. Las personas en el fondo no queremos la
estabilidad; nos apasiona inconscientemente la preocupación por aquel o aquella
que nos importa o queremos.
El aprecio es un contrato, que
dos personas o más han decidido firmar después de un tiempo de guerra. Es más,
podría estar fabricado del mismo material que el odio, la única diferencia es
que el método de aniquilar al adversario no se hace con violencia de cualquier
tipo; sino con besos y caricias.
Nos crea dependencia, hasta un punto en que nuestra
moralidad podría verse distorsionada; hasta un punto en que nos mata, si
sentimos más por el ajeno que por nosotros mismos.
No es cuestión de hombre o mujer, no tiene nada que
influir si hablamos de este tipo de dependencia, puramente humano. Si nosotros
no tuviéramos esa necesidad de crear y representar el amor de una forma
tan idealizada, lo consideraríamos
como la mas vil enfermedad. Pero es imposible salirse de esto, nadie rechazaría
al amor de su vida, si es que quiere seguir viviendo.
Podríamos ahora darle la vuelta a la frase de
Spinoza. Si él dijo que el amor más fuerte precede del odio, podríamos
plantearlo así: El odio más fuerte precede del amor. ¿Seria mas lógico
plantearlo así? Una cosa está clara; no podríamos odiar a nadie sin desarrollar
afecto.
Podemos salirnos un poco de la moral. Si alguien
por la calle va con un arma y mata a una persona, y nosotros lo presenciamos...
seamos sinceros ¿realmente odiamos al autor del crimen? En cambio si mata a un
ser querido, si podríamos odiarle; ya que hay afecto de por medio, aunque no
este dirigido al responsable del asesinato.
Siempre he pensado que el amor y
el odio son lo mismo, solo que traducido de distinta forma, para cumplir con su
objetivo. En los dos casos, se ofrece importancia. Se ofrece importancia a la
persona que amamos y a la que odiamos. A la que amamos, queremos mantenerla a
nuestro lado, quererla, cuidarla y que ella también nos quiera. Al que odiamos,
se le ofrece todavía más importancia; queremos que sufra, eliminarle, rebajarle
e imponerse sobre él... ¿Pero es esto tan diferente al amor? En la mayoría de
casos; las personas sufren del mismo modo por amor que por odio. Nos inundan
los celos; nos hacen sufrir; queremos idealizadamente que esté exclusivamente
para nosotros, queremos ser su mundo; ¿No es esa una forma de eliminarle
con respecto a los demás?; le queremos demostrar nuestro valor como persona,
hacerle ver que valemos la pena, lo suficiente para darle motivos para
permanecer a nuestro lado; ¿No es eso rebajarle?; queremos tener tanta
confianza, pero siempre adaptada a nosotros mismos; ¿No es eso imponerse?... Recordemos que estamos hablando
de algo tan humano, que no lo hacemos con ninguna maldad; simplemente son las
condiciones del amor verdadero... semejantes a las del odio verdadero. Como
decía Nietzsche: Lo que se hace por amor se hace mas allá del bien y del
mal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario