lunes, 12 de enero de 2015

FC. ¿Qué es mejor vivir muriendo o morir viviendo?

Por Leticia Fuertes. 1º Batx. CF.

La muerte ha producido temor al ser humano desde que éste tiene conciencia de sí mismo.  La muerte es algo de lo que nadie puede escapar.

Sin embargo, no es algo que tengamos presente de forma continua, sino que antes bien nos asalta cada vez con más frecuencia cuanto más cerca la sentimos: bien porque nuestra vida avanza y notamos más próximo su final, o bien cuando asistes a la muerte de alguien cercano. Es en ese momento cuando reaparece la certeza de nuestra propia mortalidad, invadiéndonos de ese modo sensaciones de miedo, rechazo, impotencia, pero al mismo tiempo haciendo más grande el deseo de aprovechar cada momento de nuestra vida. De alguna manera, esas experiencias nos hace reaccionar, y buscar respuesta a los dos grandes interrogantes que nuestro propio fin nos plantea: ¿Cuándo llegará? ¿Habrá algo más allá o no seré ya nada cuando me alcance? 
La muerte parece un gran enigma que no se consigue descifrar debido a la ausencia de experiencias y conocimiento de este fatal desenlace al que se está irreversiblemente condenado. 

Pero a lo largo de la historia, y a través de la filosofía y de las creencias religiosas, se han desarrollado una malla de teorías que tratan de proporcionar, en algunos casos una mayor sensación de permanencia, y, en otros, se llega a la conclusión de que no se dispone de mayor certeza que la que proporcionan los conocimientos empíricos, reduciendo la esperanza a aquello que se consiga construir en la vida corporal y material.
Según la teoría monista, el ser humano está constituido únicamente por su dimensión material, el cuerpo. Rechaza de este modo la posibilidad de una segunda dimensión humana, que ha sido conocida por varios nombres, siendo los más usuales: el alma y la mente. Por lo tanto, según esta teoría, teniendo en cuenta que nuestra única dimensión es la material y que la muerte significa el fin de la existencia física  del ser humano, debemos suponer que esta postura propone que la muerte significa el fin de la existencia humana y que nada hay después de la misma.
Por otro lado, existen teorías cuya concepción de la existencia humana divide la misma en dimensión material (cuerpo) y espiritual (alma). Esta posición ha sido defendida por grandes pensadores como Platón, Aristóteles y Descartes, así como por las grandes religiones (Cristianismo, Judaísmo e Islam) y plantea la muerte simplemente como la separación de estas dos realidades, siendo ésta poco más que un momento de transición de la existencia terrenal a la trascendencia.
Esta respuesta, que a día de hoy tiene su máximo exponente en las religiones, ofrece a aquellos que la toman por verdadera un “respuesta “espiritual ya que  les ofrece la Salvación, la salvación de sus almas frente a la muerte y una existencia después de la vida, con la única condición de que estos fieles sigan las enseñanzas de la religión en cuestión.
Entonces ¿por qué tememos a la muerte? Es parte de la naturaleza del ser humano temer a lo desconocido, y no hay enigma por ahora tan profundo como el que supone aquello que hay más allá de la propia vida. Es cierto que, como hemos visto previamente, se ha intentado dar respuestas a esta incógnita, pero se debe tener en cuenta que son sólo teorías, puesto que nadie puede saber realmente si hay algo más allá de la muerte hasta que ésta le llega, y entonces ya es imposible transmitirlo a nadie, pues su existencia física habrá llegado a su fin. Y no puedes obtener conocimiento acerca de ella a través de la muerte de otro, simplemente porque no eres tú al que le ha llegado el fin.
¿Debemos pues  temer a la muerte? En el caso de que sean las verdades las teorías que afirman que con la muerte la existencia humana llega a su fin, yo me pregunto:¿Por qué temer a una “experiencia” que jamás vas a experimentar hasta que te llegue la hora?  
¿Y si la muerte no es el fin de la existencia humana? Entonces significa que de algún modo perduramos, por lo que nuestra mayor preocupación, la posibilidad de dejar de existir, ya no tiene razón de ser.
El miedo a la muerte no es algo que debe amargar la vida de nadie. De todas formas,  podrías pasarte la vida preocupado por ella y lo que vendrá tras ella, pero ¿realmente te vale la pena,?  Porque a raiz de esta preocupación me surgen dos preguntas, ¿qué es mejor vivir muriendo o morir viviendo?
¿No sería mejor buscarle sentido a la vida desde el primer momento para que de esa manera cuando nos llegue el final, sea cuando sea, podamos decir que hemos tenido una vida plena como personas?

Por otro lado, en términos muy prácticos, la muerte es necesaria. Si las personas vivieran para siempre, tarde o temprano empezarían a anhelar la muerte. Sin la muerte, enfrentaríamos gran cantidad de nuevos problemas, desde la superpoblación hasta el hecho de que las personas tuvieran que vivir para siempre en cuerpos avejentados o como se puede ver en la pelicula “In Time” donde llegas hasta los 23 años y a partir de ahí no envejeces, pero tu vida depende del tiempo, vives por y para él. Obviamente es una película de ciencia ficción, y no es real, pero ¿a quién no le gustaria vivir eternamente con un físico de 23?.  En cualquier caso, hoy la muerte sigue creando espacio para la renovación y la regeneración. La muerte debe, por consiguiente, agradecerse tanto como se agradece la vida, como una bendición.

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