Por Pablo Sancho Sinisterra. 2º BATX. CF
Nuestro camino, el de los humanos, está orientado
inevitablemente hacia un futuro indeterminado. La ciencia a través de los años
nos ha ido otorgando soluciones en una gran diversidad de ámbitos; he decidido
emplear este concepto, ya que nuestra ciencia nos ofrece, nos otorga, muchas
veces nos muestra soluciones que no decidimos aprovechar.
La ciencia se ha adaptado a nuestras necesidades y
nos ha dado respuestas. Nuestra ciencia y desarrollo avanza segundo a segundo
hacia delante; poco a poco nos va mostrando una visión más objetiva de todo lo
que nos rodea, o al menos eso deberíamos pensar.
Si nos atrevemos a hablar de ciencia desde su más
puro objetivo, desde la esencia de su propio concepto y por consiguiente, desde
la meta más fundamental de su existencia, hace que se enfrente y roce inevitablemente
con la contradicción humana. No estaría mal remarcar la contradicción
humana como uno de los grandes inconvenientes de nuestra naturaleza y a partir
de ella todo lo que ha devenido como nuestro: la cultura, sociedades,
religiones… Hablo, pues, de contradicción humana al tener muy en cuenta que
somos una especie de ser vivo que conoce perfectamente las vías del desarrollo
lineal (me refiero con este término a la evolución y progresión a la
que no se le establece ningún tipo de límites); aplicada a la ciencia este
desarrollo sería el más óptimo; cuanto más lineal, más constante, más frío y
neutro sea, mejor para la ciencia… Pero volvamos al porqué de la contradicción
humana; a la misma vez que hemos sido capaces de definir a la ciencia como el
instrumento notable y desalmado, también somos responsables de algo más nuestro,
por así decirlo.
La moral y la ética son atributos
indispensables en las personas decentes actualmente y con ello me refiero
también a las sociedades civilizadas en las que el conocimiento y distinción
del bien y del mal, así como la dignidad, el derecho y la responsabilidad, son
valores requeridos por todo aquel que quiera formar parte de la definición de persona.
El roce inevitable de nuestra contradicción es que abarcamos espíritus
morales con entes científicas. Cuando la ciencia pretende dar un paso más
allá de la línea que la moral establece, salta el enfrentamiento. Siempre están
las posiciones intermedias, pero dependiendo de las situaciones, ese intermedio
será relativo.
Podríamos decir que la moral ha llegado a ser un
gran obstáculo (no pretendo modalizar) para este desarrollo tan
lineal de la ciencia. Cabe decir que, afortunadamente para unos y
desafortunadamente para otros, el desarrollo y ciertas soluciones se han visto
limitadas por el código ético y moral que cuenta con la dignidad y humanidad de
las personas. La condición de nuestra humanidad cultivada nos ha hecho frenar
ciertos posibles avances. (Aunque las opiniones de algunos sectores religiosos,
entre otros, sostienen que en lugar de avances serían retrocesos).
La clonación humana, el aborto… Si no hubiera cierta
moralidad establecida, es posible que ya tuviéramos miles de granjas humanas
por el mundo cuyo único objetivo sea crear donantes para suministrar
órganos a aquellos que forman parte de la sociedad y necesitan un
trasplante. Es cierto, disminuiría la mortalidad, pero a coste de millones de
vidas desgraciadas perdidas en un quirófano.
También, sin moralidad, podríamos haber
interrumpido en la selección natural, erradicando los genes que causan
determinados tipos de enfermedades, o podríamos evitar que las portadoras de
ciertas enfermedades tengan hijos. Quién sabes si este juego con el genoma
humano pueda llegar a tener fines ideológicos o políticos.
Todo esto no ha sucedido de tal manera que se hayan
podido apreciar consecuencias notables en el mundo actual.
Teniendo en cuenta todo esto, si algo podemos
hacer, es realizar cuestiones acerca de la delicada situación de la ciencia con
la moral. Reflexionar acerca de ello. Concretamente, desde lo antropológico ha
habido mucha polémica con todo lo relacionado con el racismo; diferencia
fisiológicas y raciales entre nosotros. En el punto más extremo y superficial,
encontramos más atrás en la historia, la postura nazi en Alemania; la figura
del hombre ario, inspirado de manera errónea en el bello ideal de superhombre
Nietzscheano, cuyas características no exceden a lo físico.
Todo parece tan bien establecido actualmente con la
ética, las personas y los derechos universales… pero hay ciertas
cuestiones que podrían desestabilizar todo criterio moral.
¿Qué ocurriría si descubriéramos un homínido antecesor
de nosotros cuyo coeficiente intelectual es tan solo unos dos puntos por debajo
de nuestra media? Es decir, si fuera otra especia de homo sapiens distinta
a la nuestra con características distintas, pero que su capacidad le permitiera
desenvolverse en la sociedad, incluso de una manera mejor que ciertas personas
con limitaciones o discapacidades. (Quiero evitar discrepancias aclarando esto;
en ningún momento cuestiono la capacidad y voluntad de personas con
discapacidades para llegar a entrar en mundo laboral de un forma plena y
exitosa. Tan solo quiero plantear esta posibilidad, la de que un antecesor con
cierta desventaja evolutiva pueda llegar a rendir mejor o igual que cualquier
persona en el trabajo o educación).
En resumidas cuentas: ¿y si hubieran dos especies
distintas pertenecientes a una misma cadena evolutiva en una misma sociedad?
A los nuevos, o mejor dicho a los antiguos o
predecesores, sería difícil clasificarlos como animales al igual como
lo hacemos con el perro o el cerdo; debido a su avanzada y hominizada
condición; a la misma vez que resulta complicado y confuso considerarlos
personas. Como especie evolutivamente ligeramente más avanzada tendríamos que
considerarlo y por supuesto sería una polémica muy grande que probablemente dividiría
a grandes sectores de la sociedad con multitud y gran diversidad de posturas.
Los que eran racistas serían
todavía más racistas, y lo peor es que habría nuevos racistas hacia los que
tienen algo más de vello facial, aunque no odien a los negros.
Planteemos entonces, esta
situación a la inversa; de modo que ahora los inferiores seamos
nosotros; que en cierto modo, nosotros seamos los antecesores. Si por alguna
descabellada lógica el intento nazi hubiera cumplido su objetivo, quizás ahora
por Europa central existirían hombres y mujeres muy altos, rubios, de ojos
azules y robustos… y quién sabe si, por algún capricho de la ciencia, podría
contar con determinadas habilidades físicas y mentales. Si esto fuera así
Hitler daría saltos de alegría mientras Nietzsche se revolvería de rabia en su
tumba.
Plantear
esta situación es difícil, no por el hecho de pensar qué pasaría o cómo sería
nuestra sociedad, sino por el mero de que si esta raza aria hubiera llegado a
existir como tal, difícilmente habría quedado lugar para los humanos mediocres.
Aun en tanto, si viviéramos en convivencia aun teniendo menos derechos o
marginación o algo por el estilo, no cabe duda de que todos hablaríamos alemán.
(Y por supuesto, con una concepción distinta de lo ético y moral).
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