jueves, 26 de febrero de 2015

SOC. Ciencia y consecuencia


Por Pablo Sancho Sinisterra. 2º BATX. CF
Si no hubiera cierta moralidad establecida, es posible que ya tuviéramos miles de granjas humanas por el mundo cuyo único objetivo sea crear donantes para suministrar órganos a aquellos que forman parte de la sociedad y necesitan un trasplante

Nuestro camino, el de los humanos, está orientado inevitablemente hacia un futuro indeterminado. La ciencia a través de los años nos ha ido otorgando soluciones en una gran diversidad de ámbitos; he decidido emplear este concepto, ya que nuestra ciencia nos ofrece, nos otorga, muchas veces nos muestra soluciones que no decidimos aprovechar.
La ciencia se ha adaptado a nuestras necesidades y nos ha dado respuestas. Nuestra ciencia y desarrollo avanza segundo a segundo hacia delante; poco a poco nos va mostrando una visión más objetiva de todo lo que nos rodea, o al menos eso deberíamos pensar.
Si nos atrevemos a hablar de ciencia desde su más puro objetivo, desde la esencia de su propio concepto y por consiguiente, desde la meta más fundamental de su existencia, hace que se enfrente y roce inevitablemente con la contradicción humana. No estaría mal remarcar la contradicción humana como uno de los grandes inconvenientes de nuestra naturaleza y a partir de ella todo lo que ha devenido como nuestro: la cultura, sociedades, religiones… Hablo, pues, de contradicción humana al tener muy en cuenta que somos una especie de ser vivo que conoce perfectamente las vías del desarrollo lineal (me refiero con este término a la evolución y progresión a la que no se le establece ningún tipo de límites); aplicada a la ciencia este desarrollo sería el más óptimo; cuanto más lineal, más constante, más frío y neutro sea, mejor para la ciencia… Pero volvamos al porqué de la contradicción humana; a la misma vez que hemos sido capaces de definir a la ciencia como el instrumento notable y desalmado, también somos responsables de algo más nuestro, por así decirlo.

La moral y la ética son atributos indispensables en las personas decentes actualmente y con ello me refiero también a las sociedades civilizadas en las que el conocimiento y distinción del bien y del mal, así como la dignidad, el derecho y la responsabilidad, son valores requeridos por todo aquel que quiera formar parte de la definición de persona. El roce inevitable de nuestra contradicción es que abarcamos espíritus morales con entes científicas. Cuando la ciencia pretende dar un paso más allá de la línea que la moral establece, salta el enfrentamiento. Siempre están las posiciones intermedias, pero dependiendo de las situaciones, ese intermedio será relativo.
Podríamos decir que la moral ha llegado a ser un gran obstáculo (no pretendo modalizar) para este desarrollo tan lineal de la ciencia. Cabe decir que, afortunadamente para unos y desafortunadamente para otros, el desarrollo y ciertas soluciones se han visto limitadas por el código ético y moral que cuenta con la dignidad y humanidad de las personas. La condición de nuestra humanidad cultivada nos ha hecho frenar ciertos posibles avances. (Aunque las opiniones de algunos sectores religiosos, entre otros, sostienen que en lugar de avances serían retrocesos).
La clonación humana, el aborto… Si no hubiera cierta moralidad establecida, es posible que ya tuviéramos miles de granjas humanas por el mundo cuyo único objetivo sea crear donantes para suministrar órganos a aquellos que forman parte de la sociedad y necesitan un trasplante. Es cierto, disminuiría la mortalidad, pero a coste de millones de vidas desgraciadas perdidas en un quirófano.
También, sin moralidad, podríamos haber interrumpido en la selección natural, erradicando los genes que causan determinados tipos de enfermedades, o podríamos evitar que las portadoras de ciertas enfermedades tengan hijos. Quién sabes si este juego con el genoma humano pueda llegar a tener fines ideológicos o políticos.
Todo esto no ha sucedido de tal manera que se hayan podido apreciar consecuencias notables en el mundo actual.
Teniendo en cuenta todo esto, si algo podemos hacer, es realizar cuestiones acerca de la delicada situación de la ciencia con la moral. Reflexionar acerca de ello. Concretamente, desde lo antropológico ha habido mucha polémica con todo lo relacionado con el racismo; diferencia fisiológicas y raciales entre nosotros. En el punto más extremo y superficial, encontramos más atrás en la historia, la postura nazi en Alemania; la figura del hombre ario, inspirado de manera errónea en el bello ideal de superhombre Nietzscheano, cuyas características no exceden a lo físico.
Todo parece tan bien establecido actualmente con la ética, las personas y los derechos universales… pero hay ciertas cuestiones que podrían desestabilizar todo criterio moral.
¿Qué ocurriría si descubriéramos un homínido antecesor de nosotros cuyo coeficiente intelectual es tan solo unos dos puntos por debajo de nuestra media? Es decir, si fuera otra especia de homo sapiens distinta a la nuestra con características distintas, pero que su capacidad le permitiera desenvolverse en la sociedad, incluso de una manera mejor que ciertas personas con limitaciones o discapacidades. (Quiero evitar discrepancias aclarando esto; en ningún momento cuestiono la capacidad y voluntad de personas con discapacidades para llegar a entrar en mundo laboral de un forma plena y exitosa. Tan solo quiero plantear esta posibilidad, la de que un antecesor con cierta desventaja evolutiva pueda llegar a rendir mejor o igual que cualquier persona en el trabajo o educación).
En resumidas cuentas: ¿y si hubieran dos especies distintas pertenecientes a una misma cadena evolutiva en una misma sociedad?
A los nuevos, o mejor dicho a los antiguos o predecesores, sería difícil clasificarlos como animales al igual como lo hacemos con el perro o el cerdo; debido a su avanzada y hominizada condición; a la misma vez que resulta complicado y confuso considerarlos personas. Como especie evolutivamente ligeramente más avanzada tendríamos que considerarlo y por supuesto sería una polémica muy grande que probablemente dividiría a grandes sectores de la sociedad con multitud y gran diversidad de posturas.
Los que eran racistas serían todavía más racistas, y lo peor es que habría nuevos racistas hacia los que tienen algo más de vello facial, aunque no odien a los negros.
Planteemos entonces, esta situación a la inversa; de modo que ahora los inferiores seamos nosotros; que en cierto modo, nosotros seamos los antecesores. Si por alguna descabellada lógica el intento nazi hubiera cumplido su objetivo, quizás ahora por Europa central existirían hombres y mujeres muy altos, rubios, de ojos azules y robustos… y quién sabe si, por algún capricho de la ciencia, podría contar con determinadas habilidades físicas y mentales. Si esto fuera así Hitler daría saltos de alegría mientras Nietzsche se revolvería de rabia en su tumba.
Plantear esta situación es difícil, no por el hecho de pensar qué pasaría o cómo sería nuestra sociedad, sino por el mero de que si esta raza aria hubiera llegado a existir como tal, difícilmente habría quedado lugar para los humanos mediocres. Aun en tanto, si viviéramos en convivencia aun teniendo menos derechos o marginación o algo por el estilo, no cabe duda de que todos hablaríamos alemán. (Y por supuesto, con una concepción distinta de lo ético y moral).

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